martes, 28 de julio de 2015

Ensalada de pochas a la menta con jamón



En esta época del año los platos fríos son los más apetecibles. Hoy os voy a proponer una fácil ensalada de pochas con jamón y menta.



La pocha es una variedad de alubia blanca, que se consume antes de su madurez. Su nombre viene del color desvaído o pocho que tiene su vaina en el momento de su recolección. El grano pasa de los tonos verdosos hasta el blanco que tiene en su son final y está considerada como verdura. Se puede decir que Navarra es la cuna de la pocha, aunque también las recolectan en La Rioja y Aragón, en donde las llaman “bachocas”, y en Cataluña donde se llaman "mongets".

Se tiene  noticia de su presencia en  las huertas navarras desde antiguo. Juan Cruz Labeaga en su interesante trabajo “La alimentación de Sangüesa”, fundamentado en el Libro de Administración del Convento de Santo Domingo de los Padres Dominicos de Sangüesa, va dando cuenta detallada, entre otras cosas, de los alimentos por ellos consumidos. Por ello sabemos que, a principios de octubre de 1775, una mujer lleva a los vendimiadores, entre otros alimentos, alubias pochas. Así mismo, en otra fiesta muy importante para la comunidad de Navarra como es la de Nuestra Señora del Rosario, se come como verdura propia del tiempo alubias pochas, que los frailes pagaron en 1783 cuatro reales por ellas.



Ahora cuando empieza la época de las pochas yo prefiero cocerlas, pero si os diera pereza, las encontrareis embotadas de muy buena calidad.



Lo más importante es la vinagreta, para ello tomareis unas hojas de menta o de hierbabuena, yo utilizo esta última ya crece en mi jardín. La majareis bien en un mortero con una cucharada de mostaza de Dijon, aceite y el zumo de una lima, sal y pimienta.

Picaremos una lechuga Trocadero y la mezclaremos bien con las pochas, añadiremos la vinagreta y finalmente los trocitos de jamón cortado a tiras.




No puede ser más fácil preparar esta exquisita receta que me pasó mi amigo Salvi Jacomet.

martes, 21 de julio de 2015

Solomillo Wellington




Quizá sea este el plato más gourmet de la cocina inglesa, y no se conoce quien fue su creador. Estaba presente en las grandes mesas del siglo pasado y en los restaurantes se servía generalmente en los banquetes ya que su cocción no era apta para menos de 6 u 8 personas.



Sobre el nombre de esta receta existen dos versiones. La primera asegura que el platillo fue creado en 1815 en honor al Duque de Wellington, Arthur  Wellesley, quien derrotará a Napoleón Bonaparte en la batalla de Waterloo. La otra versión señala que ese es el nombre que toma debido al brillo con el que éste sale del horno, similar al de una bota de montar militar.

El término “Wellington” en general se refiere a aquellos cortes de carne que se cuecen dentro de una pasta como puede ser cordero, salchicha o pescados. En este caso, las recetas tradicionales hablan de un filete de res cubierto con paté, terrinas o foie gras, algunas hongos y envuelto luego en pasta de hojaldre y horneado.

Este plato era el favorito del expresidente de Estados Unidos, Richard Nixon y se servía en todas las cenas de estado durante su gestión, que culminaría con el tristemente célebre Watergate.

Vayamos ahora con su preparación.

Tomaremos el centro de un solomillo de buey, el cual puliremos por completo dejando tan sólo el tubo completamente limpio. Pedir al carnicero que os corte un trozo no inferior a un kilo.



Lo cubriremos con una mezcla de sal, pimienta y mostaza en polvo y lo marcaremos en una sartén a fuego vivo durante unos instantes tan sólo para procurar un sellado de la pieza. Lo retiraremos de la sartén, lo embadurnaremos de mostaza inglesa y lo dejaremos reposar sobre una rejilla o sobre un plato al revés para que se escurran bien todos los jugos y dejaremos enfriar por completo.



Picaremos una buena cantidad de champiñones y unas castañas cocidas para preparar una duxelle que coceremos brevemente en sartén hasta que pierda el agua y añadiremos tomillo y perejíl picado, la escurriremos en un colador y dejaremos ahí también hasta que se enfríe. Si se quiere a esta duxelle se le puede añadir escalonias, hígado crudo de pato o incluso micuit de pato.



Colocaremos una hoja de papel film sobre una tabla e iremos solapando finísimos cortes de panceta ibérica. Sobre la panceta pondremos la duxelle, y encima de esta el solomillo, y lo envolveremos con el papel film procurando hacer un rollo lo mas apretado posible, y lo guardaremos en el frigorífico al menos una hora.



Pasada esta hora, de nuevo colocaremos una hoja de papel film sobre la tabla y sobre esta colocaremos una lámina de masa de hojaldre. Sacaremos el solomillo de la nevera, con cuidado lo desenvolveremos y colocaremos sobre la masa de hojaldre y enrollaremos de nuevo ayudándonos con el papel film e igualmente enrollarlo con el papel film lo más tenso posible, y de nuevo guardar en la nevera, esta vez no menos de dos horas.



Precalentar el horno a 240 grados. Sacar de la nevera el Wellington y pintarlo con yema de huevo, añadir unos cristales de sal, y meterlo en el horno sobre un papel de hornear, bajar la temperatura a 200 grados y hornear durante 30 o 40 minutos dependiendo del tamaño de la pieza o hasta que veamos que el hojaldre haya tomado un bonito color dorado.



Sacarlo del horno, colocarlo en bandeja y dejar reposar antes de cortarlo un mínimo de 20 minutos, aunque también si se quiere se puede comer frío.

Acompañarlo por ejemplo con unas castañas salteadas o unas patatas risoleés o unos guisantes.



La cocción final nos proporcionará un corte sonrosado en el centro del solomillo.

Se puede servir con salsa Cumberland o Bearnesa.


miércoles, 15 de julio de 2015

Créme Vichyssoise Glacée



La vichyssoise es una deliciosa crema muy apta para estos días cuando empieza a apretar el calor.



La Vichyssoise es una clásica sopa fría que creó Louis Diat, un cocinero francés afincado en Estados Unidos a principios del XX.
Diat llegó a Nueva York a finales de 1910 para trabajar en el Ritz, que abría en diciembre. Ahora nos sorprende saber que aquellos meses fueron para él una auténtica lucha para conseguir elementos tan básicos para un cocinero francés como los puerros o las chalotas, por no hablar de las trufas. A pesar de estos inconvenientes, el restaurante fue viento en popa, y en 1917, la terraza del Ritz-Carlton era lo más en cuanto a comidas modernas y elegantes, por lo que el chef tenía que exprimir el ingenio para contentar a sus clientes y sorprenderlos diariamente. Como entonces comenzaban a aceptarse las sopas frías y ya no había problema para conseguir puerros –supongo–, él mismo relata cómo la inspiración surgió de una sopa de patata y puerro que desayunó todos los santos días de su infancia, invierno y verano. . Unos recuerdos y sabores que se transformaron en una elegantísima sopa fría que bautizó como Créme Vichyssoise Glacée, utilizando el nombre de la ciudad vecina, más famoso en 1917 por las aguas que por otras cosas. Durante la II Guerra Mundial, la fama se volvió un poco inconveniente y se intentó cambiar el nombre del plato para evitar malentendidos de tipo político, pero ya veis que con poco éxito.



Diat había trabajado como jefe potager para Auguste Escoffier, pero en el recetario de este último no se recoge tal crema. Por lo tanto la autoría de la misma no cabe duda.

O si ?



Otra versión de la historia de esta crema, aunque un poco más rocambolesca se atribuye al cocinero del embajador de España en París, José Félix de Lequerica durante la ocupación nazi de Francia bajo el régimen de Vichy.
Este cocinero nacido en Bermeo era muy aficionado a la porrusalda, pero la consideraba demasiado plebeya para presentarla a los invitados de la embajada española y le dio el toque de una crema de verduras enriquecida con crema de leche.
Cuando Vichy fue ocupado el Sr. Lequerica volvió con su cocinero a España. 

Vayamos ahora a su preparación, o por lo menos como yo la hago.



Utilizaremos sólo la parte blanca de los puerros y patata agria nueva. Yo la proporción que considero más exacta es que haya más puerro que patata 3/5 partes de puerro y 2/5 partes de patata.

Sofreiremos ambas hortalizas en un cazo con mantequilla, añadiendo sal para ayudar a que se pochen bien. Cuando el puerro este caído añadiremos caldo de pollo caliente, o en su defecto podremos utilizar una pastilla de caldo, hasta cubrir y un poco más, y lo dejaremos cocer por unos 30 minutos o hasta que veamos que las patatas estén blandas. Trituraremos con la batidora y los pasaremos por un colador fino. 

Yo acostumbro a no triturar con todo el líquido de cocción y así aseguro el punto de espesor que deseo, poniéndole más o menos líquido.

Una vez fría guardarla en la nevera y antes de servirla batirla de nuevo añadiendo entonces crema de leche y cebollino picado por encima.

Variantes de la Vichyssoise

Crema de berros
Añadiendo berros crudos al final de la cocción antes de triturarla.



Crema de calabacín y puerros
La misma cantidad de puerro, calabacín ( con piel ) y patata.

Y en este mismo blog encontrareis la crema de cigalas y trufa ( palabras mayores ). Esta última mejor servirla caliente.