Las
primeras referencias de esta receta, no acaban de quedar muy claras. Aunque hay
quien atribuye esta receta a Doña Emilia Pardo Bazán no figura en ninguno de
sus dos libros de cocina " La cocina española antigua" de 1913 ni en
"La cocina española moderna " de 1918.
Emilia Pardo Bazán pasó los inviernos de su niñez en Madrid en un colegio francés. Ya en su adolescencia escribió versos a escondidas y leía novelas románticas francesas. A los dieciséis años se casó con don José Quiroga, en el año mismo de
Emilia Pardo Bazán murió en Madrid en
Su
obra más conocida es Los Pazos de Úlloa.
Otros
opinan a que es una receta de María Mestayer de Echagüe, que firmaba con el seudónimo
de Marquesa de Parabere, que aunque no fuera marquesa, si fue descendiente de
Felipe II de Orleans, regente de Francia y de su amante Marie-Madeleine de la Vieuville , marquesa de
Parabère.
Por el trabajo
de su padre, vivió su infancia entre Sevilla y Bilbao, y como señorita de buena
familia, recibió una esmerada educación cosmopolita de colegios privados,
institutrices y toda la parafernalia de aquellos tiempos almidonados.
Viajó con sus padres por toda Europa, visitando las grandes capitales y los mejores restaurantes, como el de Auguste Escoffier . Aficionada a la lectura y la historia, mademoiselle Maria era todo lo que una dama debía ser: culta, refinada, educada y discreta.
Viajó con sus padres por toda Europa, visitando las grandes capitales y los mejores restaurantes, como el de Auguste Escoffier . Aficionada a la lectura y la historia, mademoiselle Maria era todo lo que una dama debía ser: culta, refinada, educada y discreta.
Sin
lugar a dudas, es un plato enraizado con la hambruna en España en la época de
la posguerra, aunque se servía en las casas donde a pesar de las carestías se
tenía servicio de cocina en casa. Ya que no dejaban de ser unas patatas
guisadas con ajo, cebolla, caldo y poco más, pero su preparación laboriosa y su
rebozado saciaban el hambre y de allí su romántico nombre de a la importancia.
La
cocina de la carestía ha agudizado el ingenio de las amas de casa y de los
cocineros, y en los años 60' y hasta los 80' se convirtieron en platos de buena
mesa en algunos restaurantes y de "casa bien". Se empezaron a
añadirle otros productos como almejas, jamón, bacalao e incluso langostas y
centollos.
Pero
hoy es un plato que ha caído en el olvido y somos pocos los que nos acordamos
de él, quizá, y seguramente porque era un plato que se servía en nuestras casas
en esas épocas.
Vayamos
ahora con la preparación de esta exquisitez.
Para
empezar pelaremos y cortaremos en rodajas de un centímetro unas patatas de buen
tamaño. Aconsejo para tal preparación la calidad Monalisa. Las salaremos y las
pasaremos primero por harina y luego por huevo batido y las freiremos
lentamente por tandas hasta que tomen un bonito color dorado.
Una
vez estén todas fritas prepararemos un sofrito con algo de ajo bastante
cebolla, picada en brunoise fina, unas hebras de azafrán y si se desea unos
taquitos de jamón, una cucharada de harina, nos ayudará para que la salsa quede
algo más densa. Añadiremos una copa de vino blanco y dejaremos reducir.
Introduciremos las patatas y las cubriremos con caldo hasta cubrirlas, las
taparemos y dejaremos cocer a fuego lento durante 30 o 40 minutos hasta que
estén tiernas. IMPORTANTE ! Las patatas no se podrán tocar durante la cocción
ya que corremos el riesgo que se rompa el rebozado. Como mucho unos suaves
vaivenes de la cazuela.
Con
sumo cuidado las retiraremos de la cazuela y a ser posible, en bandeja de
plata, se dispondrán. Con la salsa restante que ha quedado en la cazuela
acabaremos nuestro guiso como más nos apetezca. Yo el otro día añadí unos
langostinos que en pocos segundos quedaron cocidos, pero si como bien he dicho
antes se podrá añadir lo que más os guste, desde almejas, carne de cangrejo,
angulas ... Lo que se quiera, o nada y ese resultado napará las patatas a la
importancia.
Los
más sofisticados podrán incluso añadir trufa ya sea blanca del Piamonte o
negra del Perigord, o caviar, en ese caso yo aconsejaría para colmo de la
sofisticación golden oscetra para que
armonice con los colores del azafrán !
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