Hoy me siento cómodo
escribiendo esta receta de creación propia. No por la originalidad y sabor de la misma, sino porque no figura en el
estricto recetario de cocina italiana.
Me explicaré, en Italia,
país dotado de una inmensa y sabia cocina, son muy estrictos en la preparación
de sus platos. Sobre todo los de pasta. Unos rigattoni a La Norma, tienen una
única preparación, sin concesiones. No os digo ya de unos espaguetis a la
Carbonara, o de una pasta a la Napolitana o a La Boloñesa. También estricta es
la pasta a Le Vongole verace o al funghi. Y hay que irse con mucho cuidado si no
se prepara con rigor un "sugo alla
puttanesca"
Esto en el fondo, es lo que
me gusta de la cocina italiana y sobre todo en Italia. Donde en su carta
rezarán más de treinta platos de pasta y ningún italiano preguntará que es.
Esto no sucede tanto en los
restaurantes italianos fuera de sus fronteras, como por ejemplo en España,
donde te pueden servir unos "Carbonara" condimentados con crema de
leche. Si esto sucediera en Italia, el "cuoco" podría ser llevado
ante un pelotón de fusilamiento.
Por eso, repito, me siento
relajado al explicaros esta pasta que el otro día preparé.
Pondremos una olla con
abundante agua y sal para hervir los Pappardelle. En el momento que el agua empiece
a hervir añadiremos la pasta y empezaremos a preparar nuestra salsa.
Para ello, habremos cortado
en juliana una cebolla y habremos hecho unas tiras con la chuleta de Sajonia y
tendremos unos funghi en remojo.
Empezaremos salteando a
fuego vivo la cebolla, al cabo de un par o tres de minutos añadiremos las setas
y las tiras de Sajonia. Los Pappardelle (secos) tardan unos siete minutos en
cocerse, tiempo más que suficiente para que nuestro salteado esté listo.
Sacaremos ayudados de un colador la pasta y la añadiremos a nuestro salteado.
Incorporaremos una buena cantidad de crema de leche y queso Gruyere o Conté y
dejaremos que reduzca.
Y ya podremos servir este
plato de pasta que acompañaremos con queso Parmesano y el molinillo de pimienta
para acabar de sazonarlo a gusto de cada uno.
Hablemos un instante de la
chuleta de Sajonia.
¿Quién no se ha comido
alguna vez una chuleta de Sajonia? ¿Pero os habéis preguntado de dónde procede?
Pues de la región de Sajonia no.
Esta es otra de esas
particulares historias que giran en torno al nombre de un plato. La chuleta o
filete de Sajonia, como se conoce aquí en España, tiene un origen incierto,
pues algunos afirman que proviene de la ciudad de Kassel, en la región de Hesse
de Alemania (no de Sajonia) y de ahí su nombre en alemán “Kasseler”. Sin
embargo, otros dicen que el origen se debe a la receta creada por un carnicero
de Berlín que se llamaba Cassel. Lo que sí está claro es que su procedencia es
alemana.
La “Sajonia” es un filete o
chuleta de cerdo preparada en salazón y con un toque de ahumado que permite una
preparación muy versátil, desde cocción hasta su preparación en horno o a la
plancha y en este caso, para preparar una rica pasta.
Ahora, espero que mis amigos
italianos no me reprochen la preparación de esta receta y menos que por ello,
me lleven ante un pelotón de fusilamiento.
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