Yo creo que el soufflé es la
creación más inteligente de toda la gastronomía. De hecho, no es una
preparación, son dos. Primero una bechamel.
La salsa Bechameil, atribuida a
Luis de Bechameil (1630-1703) marqués de Nointel y mayordomo de Luis XIV,
aparece por primera vez publicada en 1651 en la obra “Le Cuisinier François”
escrita por Pierre de la Varenne (1615-1678). Existe también la creencia de que
esta salsa es una creación de Varenne y fue denominada como Bechameil en honor
a su jefe, el mayordomo del rey de Francia.
A esta bechamel se le añadía
yemas de huevo y claras batidas a punto de nieve para que cocidas al horno se
hincharan (souffler).
El término soufflé es un
participio del verbo “souffler” que quiere decir 'soplar'. A su vez, este verbo
es una adaptación del verbo latino “sufflare” (soplar sobre). Estas
consideraciones aparecen escritas en 1928 en la “Fisiología del Gusto”, obra del escritor y gastrónomo
Antheleme Brillat-Savarin (1755-1826).
El soufflé se hace al horno
y allí se produce un crecimiento por la acción del calor sobre el aire
contenido en las claras batidas, que se dilatan hasta el doble de su volumen
inicial. Por esto, un recipiente no debe llenarse más de ¾ de su capacidad. Un buen soufflé, cuando tiene las claras
firmemente batidas, crecerá por encima de los bordes del recipiente en el que
está siendo cocinado.
Podría entonces decirse que
el soufflé es una creación de la cocina entre el siglo XVIII y la primera mitad
del siglo XIX. Este delicado plato aparece desde el siglo XIX en el menú de los
restaurantes de los grandes hoteles y restaurantes de la Belle Époque.
Existen en la cocina dos
tipos de preparaciones para el soufflé, ya sean salados, que se servirán como
entrantes, o dulces que serán servidos como postre, muchas veces serán
flambeados con licores.
Dentro de las preparaciones
saladas los más habituales suelen ser los de salmón o los de queso, aunque
también los hay con sabor a crustáceo. En el mundo de los postres, los de
chocolate, frutas o de crema zabaglionne .
Tristemente, es un plato que
ha desaparecido de la carta de los restaurantes para dar paso a las
"espumitas" y a los sifones para conseguir texturas parecidas al
soufflé pero que muy lejos están de esta creación legendaria. Uno de los
motivos de su desaparición es que se necesita una mano experta para hacerlos y
alguien dedicado exclusivamente a ello ya que no admite preparación con
anterioridad.
Recuerdo tres grandes
restaurantes en Barcelona donde hacían esta delicia, el Quo Vadis, Reno y
Finisterre de ellos ya ninguno existe. Y cuando estaba en Madrid, nunca dejaba
de tomarlo en Jockey, también hoy desaparecido.
La gran cocina en nuestro
país está desapareciendo y está dando paso a mediocres grupos gastronómicos
donde lo único que se mira es la cuenta de explotación de cada establecimiento.
Donde los empleados no son cocineros, ya que tienen que seguir unas
instrucciones "culinarias" que muchas veces ni comprenden, emplatar
en platos de cristal y lo que más cuenta es la decoración del local.
Decoración, que por otro lado no
reflejará ya más la de un restaurante.
Leía el otro día con asombro
una encuesta de lo que el público valoraba más de un restaurante, y la cocina
quedaba relegada a un quinto lugar, estando por delante el ambiente, la
decoración, el tipo de público y el servicio. Servicio, que dista mucho a lo
que es el servicio en la restauración.
Pero como siempre, me estoy
yendo por Los Cerros de Úbeda y ya va siendo hora de explicar como hago el
soufflé de queso.
Prepararemos una bechamel
bastante ligera usando 20 gr. de mantequilla, 20 gr. de harina por 250 cc. de
leche. Una vez esta esté hecha dejaremos que baje la temperatura y añadiremos
70gr. de queso Conté rallado y batiremos
enérgicamente durante un buen rato para que quede totalmente integrado a la
bechamel. Añadiremos entonces dos yemas de huevo. Las claras de estos huevos
las batiremos a punto de nieve, y sobre ellas iremos añadiendo con sumo cuidado
y poco a poco con movimientos envolventes la bechamel.
Engrasaremos con mantequilla
los ramequines y verteremos hasta las 3/4 de ellos el preparado. Introduciremos
en el horno previamente precalentado a 220 grados y bajaremos su temperatura a
180. Los dejaremos cocer por espacio de 15 a 18 minutos. Apagaremos el horno y
abriremos despacio el horno para evitar que entre de golpe aire frío que
provocaría que bajara el soufflé.
Servirlo inmediatamente, ya
que el soufflé no acepta tiempo de espera.
A disfrutar !!! Un buen vino
blanco con algo de barrica será un acompañamiento perfecto.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarO tempos o mores !!!
ResponderEliminar¿Hay algún sitio que hagan ahora suflés en Cataluña?
ResponderEliminarEn el Delices de France hacen un souffle de queso muy bueno.
ResponderEliminarFelicitaciones por la información documentada
ResponderEliminarMe podrian indicar si para el de puerros sigo los mismos pasos.
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