Hoy toca un monográfico
alrededor, y nunca mejor dicho, al enigmático mundo de las albóndigas.
Esta puede ser una de las
recetas más universales que se conocen, desde Oriente a Occidente todo el mundo
come estas mágicas bolas.
Que nuestro planeta sea
(aproximadamente) esférico no es una casualidad, es un hecho demostrado por la
ciencia que la esfera representa un sistema geométrico estable que minimiza la
superficie y maximiza el volumen. Que las distintas civilizaciones y culturas
hayan decidido darle a su comida una esférica proporción también tiene algo que
ver con ello: la esfera es especial.
Consideraciones geomórficas
a parte, lo cierto es que las albóndigas son uno de esos platos comodín que
permiten garantizar por un lado, que el público infantil vayan a comer bien
todo el plato, que los mayores se van a dar un paseo por la memoria gustativa
de su infancia y que el abuelo podrá mascar sin problemas la cárnica proteína
con su dentadura ya perjudicada.
Sus preparaciones son
infinitas y en cada región de cada país las cocerán de modos distintos. Son
generalmente de carne, pero también las hay de pescado y de verduras. Se harán
hervidas, a la parrilla, fritas, rebozadas, en salsa. De infinidad de tamaños
desde el tamaño de una canica hasta del tamaño de una naranja, o incluso
mayores. Pero todo el mundo come o ha comido albóndigas.
Es más, propongo un reto a
quien dice no haber probado dicho bocado.
El origen del término “albóndiga”
es árabe “al-bunduqa” y su significado no puede ser más claro: “la bola”. Los
árabes, a través de España ,
enseñaron a los europeos a preparar este guiso y también lo extendieron vía
oriente hacia Asia.
A mi su nombre en
castellano, me parece misterioso, sin embargo en otros idiomas me parece hasta
vulgar o poco reflexionado- meatballs, en ingles, o bollas en francés. Divertido
en italiano, Polpette. Explicativo en alemán
Fleischbällchen. Albondigak en euskera y sugerente en catalán , Mandonguilles.
Curioso el nombre colombiano de Marranitas o Falafels como las llaman en
Oriente Medio.
Plato, que por lo general,
no encontraremos en restaurantes estrellados, a menos que les acompañe un
sofisticado adjetivo o sofisticado producto. En los restaurantes tradicionales,
y en día de menú, casi nunca faltará con el nombre de Albóndigas a la
jardinera. Y a la carta se realzará con un Sepia con Albóndigas o con Albóndigas
con foie y trufas.
En todas las casas tienen su
receta, que generalmente serán de carne y guisadas con verduras con una salsita
más o menos oscura. Se acompañará de arroz en blanco y en el caso que se
acompañen de patatas fritas, estas irán curiosamente e irremediablemente
cortadas a cubitos. En ciertos países del oriente próximo irán simplemente hechas
a la parrilla y con una salsa de yogur y
hierbas aromáticas.
Hablemos un momento de las
de pescado, qué ricas ! Sirven para aprovechar los trozos de pescado que difícilmente
se harían en otras preparaciones, las hay de merluza, de rape, de lubina o de
una mezcla de todos ellos. De bonito e incluso de choco que estas irán guisadas
en su tinta. Las otras de pescado, por lo general serán en salsa verde o a la
marinera.
Bueno, ya no me alargo más
en la literatura de la albóndiga. Ahora os cuento mi manera de hacerlas.
Nota aclaratoria : explicaré
como preparo la masa de las albóndigas de carne, ya que su acabado posterior, al igual que el
de las paellas ( perdón, de los arroces ) puede ser diferente y muy variado.
Para las albóndigas de carne
uso la siguiente proporción
400 gr.
De vacuno ( buey o ternera )
400 gr. de carne magra de cerdo, a ser posible
ibérico
Y 200 gr.
De papada de cerdo, llámese panceta o como quiera llamarse.
Encargaré al carnicero que
me las pique una vez por la máquina por separado, luego las junte y las pique
una segunda vez formando una masa bastante homogénea.
Dispondré de esta masa en un
bol y añadiré sal, pimienta, un huevo, un trozo de pan remojado en leche y
cebolla POCHADA, generosamente. Le da una gran untuosidad. Trabajaré con las
manos, y si quedara poco compacta le añadiría un poco de pan rallado.
Iré formando bolas del
tamaño de una pelota de golf, una vez formadas las enharino muy someramente y
las dejo enfriar en la nevera una hora. A continuación las frío, pero no
demasiado, en abundante aceite caliente,
tan sólo quiero sellarlas.
Y luego ya las guiso como se
me ocurra.
Las de hoy son con boletus,
para lo cual puse los hongos deshidratados en agua templada por espacio de una
hora.
En una cazuela de hierro
puse parte de
la cebolla ya confitada que añadí a la masa de las albóndigas y añadí los
boletus, sofreí un ratito, chorrito de vino tinto, caldo de carne y algo del
agua de las setas. Añadí las albóndigas 20 minutitos y a reposar, que a los
guisos siempre les va bien, mientras escribía esta entrada en el blog.
Un poquito de arroz blanco.
Et voila !
Tantas gracias.
ResponderEliminar¿Qué tipo de arroz utilizas?
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