Como no soy muy aficionado a las fiestas navideñas, mientras
todo el mundo celebra las navidades yo me dedico a comer hamburguesas en
diferentes locales de la ciudad.
La del 25 de Diciembre, viene siendo una loca costumbre, me
la tomo en el Burger King. Pocos comentarios haré al respecto de esta
hamburguesa, seguro que más de una vez todos la habréis catado y huelgan los
comentarios. Es para mí como un acto de contrición de mi ideario gourmet .
Después el día 26, festivo en Cataluña, acudo al restaurante
Flash Flash de Barcelona
que cuenta con casi 50 años a su espalda, donde preparan unas deliciosas
hamburguesas y donde la calidad del producto se mantiene desde el primer día.
Yo me pido una Flash, rellena de alcaparras, muy poco hecha con unas casi
perfectas patatas fritas. Un poco de salsa tártara y se me antoja como casi un
Steack Tartar.
Y muy cerca de mi casa acudo al bar El Escocés donde también
preparan una hamburguesa más que perfecta, algo anticuado el local pero para mi
eso es un cumplido.
Hagamos un poco de historia del invento de la hamburguesa.
Aunque es de un origen incierto lo que si se conoce es que Hamburgo a finales
del S.XVIII era el mayor puerto de Europa, y los navegantes de la época
llevaban carne picada en sus buques. Esta la aderezaban y posteriormente la
asaban en las cocinas de los barcos.
Fue así como los
comerciantes germanos tomaron contacto con este tipo de receta y al regresar a
Hamburgo fueron introduciéndola poco a poco, hasta que los cocineros locales
comenzaron a modificarla con toques propios, como por ejemplo añadirle un toque
de yema de huevo.
Hasta este momento, la
receta en realidad se trataba más bien de un steack tartar que de una
hamburguesa, hasta que llegó el momento en que a alguien se le ocurrió darle el
toque definitivo y fundamental que ha llegado hasta nuestros días: algo tan
sencillo como cocinar la carne, para que su sabor mejorara y se adecuara a la
mayoría de los paladares.
Posteriormente esta
preparación llega a Estados Unidos Y fue desde Hamburgo cómo llego a
Norteamérica. En el siglo XIX, la gran mayoría de los emigrantes alemanes que
partían hacia el nuevo mundo en busca de fortuna lo hacían desde el puerto de
esta ciudad y entre los alimentos que llevaban para afrontar el viaje y sobre
todo, en sus recuerdos domésticos, se encontraba, naturalmente, la hamburguesa,
que de forma casi natural fue introduciéndose en otras capas de la sociedad
estadounidense.
Allí, al principio, cuando
estos inmigrantes comenzaron a venderla fundamentalmente en las zonas
portuarias cercanas a su llegada, se la conocía como “carne al estilo de
Hamburgo”. Pero poco a poco el plato fue extendiéndose, hasta llegar a ser
ofrecido por algunos restaurantes. El dato más antiguo que se tiene sobre este
particular es de 1834, una carta del Restaurante Delmonico’s, que refrenda que
ya por aquel entonces servía este plato.
Sin embargo no se popularizó
hasta principios del siglo XX cuando en la feria de Saint Louis, a alguien se
le ocurrió hacer un bocadillo de este producto, y fue entonces cuando emergió
como el Fast food que hoy conocemos.
Y ahora mi receta de cómo preparar
una hamburguesa.
Yo acostumbro a preparar
generalmente mis hamburguesas, para ello utilizo en una proporción de ¾ partes
de carne de buey o vaca vieja por ¼ parte de butifarra, a ser
posible de cerdo ibérico. Para medio kilo de la mezcla añado un huevo entero,
un par de cucharadas de cebolla caramelizada, sal y pimienta. Trabajar la
mezcla, y si quedara demasiado líquida añadir un poco de pan rallado.
Formar las hamburguesas con
las manos sin apretarlas demasiado y asar con un poco de aceite en una parrilla
o en una sartén.